martes, 18 de junio de 2024

Reseña de "Fausto" de Johann Wolfgang Von Goethe

 Fausto (1808-1832) es una obra que podría enmarcarse dentro del Romanticismo alemán. Se trata de una tragedia cuyo tema central (aunque no el único) es el planteamiento del problema de los límites y el sentido de la acción humana a través de la parábola del pacto con el diablo. Este pacto entre Fausto y Mefistófeles (un demonio servidor del diablo) consiste en que Fausto debería entregar su alma al diablo en el momento en que consiga "un momento de plena satisfacción personal, de pleno orgullo por un logro, por un momento digno de prolongarse eternamente". Desde este momento, Mefistófeles mostrará y entregará a Fausto todo tipo de placeres hasta llegar a su trágico final.

De esta obra iré contextualizando y comentando diferentes escenas o, más bien frases y diálogos, pues, en este contexto argumental Goethe nos va mostrando diferentes debates e ideas sobre diversos temas vitales: la inspiración artística, la importancia del sentimiento en la acción o del lenguaje, la imposibilidad de realizar los propios deseos y, por consiguiente, el aborrecimiento de la vida y un largo etcétera.

Al inicio de la tragedia se da una reflexión sobre la creación artística y el papel que juega la inspiración en ella. Si estudiamos algo de la filosofía romántica sabremos que la inspiración se entiende como ese no sé qué divino que ilumina nuestra mente con ideas que provienen de un sentimiento profundo, y esta idea se plantea aquí cuando el Director dice: 

"¿Para qué hablar de la inspiración? Esta nunca se le presenta al que vacila. Cuando se toma la decisión de crear, tiene que hacerse valientemente y en lo posible de inmediato; si no se la deja escapar, ésta seguirá haciendo efecto, porque así ha de ser". Esta frase no deja de formar parte de esa contradicción romántica de la idea de inspiración como algo divino o un genio con el que se nace (que es aquello que solían defender) y la realidad, y es que, hasta los románticos entendían que es indispensable el trabajo dentro del arte y que la inspiración solo llega mientras trabajamos, pensamos y pulimos lo que creamos.

Algo más adelante aparece Mefistófeles, nuestro demonio protagonista que hará el trato con Fausto, hablando con Dios sobre la situación del ser humano con la siguiente opinión:

 "No sé nada sobre el sol y los mundos, solo veo cómo se atormenta el hombre. El pequeño dios del mundo sigue igual que siempre, tan extraño como el primer día. Viviría un poco mejor si no le hubieras dado el reflejo de la luz celestial, a la que él llama razón y que usa solo para ser más brutal que todos los animales". 

Esta frase encierra varias claves del pensamiento romántico de la época de Goethe: por un lado, la oposición entre la felicidad ignorante y la angustia del saber (esta dicotomía realmente es más antigua pero ahora resurge con cierta fuerza), por otro, la idea de que esa maravilla que puede ser la razón (a pesar de la infelicidad que da) que podría ejercerse para hacer el bien o crear cosas buenas, el ser humano es tan brutal, tan animal aún, que solo usa esa razón para hacer el mal. Esto creo que hay que explicarlo un poco: en esta época se ha extendido la filosofía del positivismo, una filosofía que, entre otras cosas, entiende la historia del ser humano como una linea recta hacia una evolución constante siempre hacia arriba, siempre a mejor. En el romanticismo nos encontramos que mucha gente (los románticos) se están dando cuenta de que esto no es cierto, la revolución industrial no ha acabado con todos los problemas sociales ni individuales de los humanos, por lo que, el predominio del uso de la razón que iba a acabar con todos nuestros problemas resulta que solo ha hecho que tengamos los mismos problemas o peores (explotación laboral de la clase obrera, colonialismo, angustia constante por hacia dónde se podrá llegar con la revolución industrial y las revoluciones liberales, etc.) llegando incluso a pensarse no solo que el futuro no nos trae nada bueno, sino que, además cualquier tiempo pasado en el que la vida era más sencilla, era mucho mejor.

A continuación tenemos una frase que dice Dios sobre el pícaro y que nos da la idea de la idoneidad de Mefistófeles para acompañar a Fausto en su viaje: "De todos los espíritus que niegan, el pícaro es el que menos me desagrada. El hombre es demasiado propenso a adormecerse. Se entrega pronto a un descanso sin estorbos; por eso es bueno darle un compañero que lo estimule, lo active y desempeñe el papel de su demonio". De lo que se está hablando aquí es precisamente de la idea del papel que realmente acabaría teniendo Mefistófeles en la obra. Si bien, como veremos, cumple con los deseos de Fausto, también es cierto que algunos de esos deseos los va a propiciar el mismo Mefistófeles, poniendo de algún modo a prueba hasta dónde está dispuesto a llegar Fausto, qué límites es capaz de propasar, como dice el personaje de Dios aquí, necesitamos pruebas, alguien que ponga a prueba nuestra moral y nuestros verdaderos límites. Ahora veremos con detalle en qué se traduce esto, pero por el momento debemos entender la importancia que tiene el hecho de que Dios diga esto.

Ahora pasamos a ver a Fausto. Fausto es un maestro que tiene diferentes discípulos. En la obra se nos dibuja a un personaje culto, que ha estudiado diversas materias y que, precisamente por eso se siente completamente ignorante "Ay, he estudiado ya Filosofía, Jurisprudencia, Medicina y también, por desgracia, Teología, todo ello en profundidad extrema y con enconado esfuerzo. Y aquí me veo, pobre loco, sin saber más que al principio". Pero a pesar de ser alguien tan culto es completamente infeliz "Pero me he visto privado de toda alegría; no creo saber nada con sentido ni me jacto de poder enseñar algo que mejore la vida de los hombres y cambie su rumbo". Esta idea podría decirse que forma parte del pesimismo romántico: Fausto, como vemos, es un erudito que sabe de casi todo y, sin embargo no cree que ese conocimiento tenga alguna utilidad, parece creer que el conocimiento no evita la desgracia del ser humano y el terrible rumbo que está tomando la Historia.

Me parece reseñable, al hilo de las ideas románticas, la conversación que tiene con su discípulo Wagner cuando éste oye a su maestro hablar con un espíritu y, creyendo que se trataba de una declamación, le pide que le enseñe a iniciarse en ese arte, a lo que Fausto le responde lo siguiente: 

"si no lo sientes no lo lograrás; si no brota de tu alma y no consigues estremecer los corazones  de todos los oyentes con un placer  fuerte y primario, limítate a sentarte [...] Agradando el paladar obtendrás la admiración de los niños y de los monos, pero no conseguirás  conmover otros corazones  si del corazón nada te sale". 

Esto es importante porque redunda en la idea romántica de que el sentimiento está por encima de la razón. Uno solo aprende a declamar no porque racionalmente elabora un discurso con el que convence de forma racional a un oyente, porque ha aprendido retórica u oratoria, sino que es a través del sentimiento, de la emoción que transmita con la declamación, como se consigue dominar ese arte. Obviamente, los románticos sabían que esto no era verdad (del todo), basta con intentar elaborar cualquier obra de arte o discursiva para darse cuenta de que no solo se trata de sentir lo que expresas y que con sentirlo las palabras salen solas, sino que se precisa de aprender ese arte, para lo cual, se requiere algo más que "lo que salga de tu alma" pero el pensamiento y la filosofía románticos iban por este lado y era "lo que tocaba" defender, y puede que si leéis otras obras del romanticismo os encontréis con cosas semejantes.

Algo más tarde, encontramos una escena en la que Fausto se siente ávido de conocimiento, un conocimiento sobre lo metafísico, a lo que pronto se da cuenta que no puede alcanzar, al menos con la razón, por lo que decide comenzar a valorar la posibilidad de conocer a través de lo sobrenatural:

 "Pero, ay, ya no siento brotar satisfacción de mi pecho, aunque ponga en ello el mayor de mis empeños. ¿Por qué tiene que secarse tan pronto el arroyo y hemos de sufrir sed una vez más? Ya he experimentado eso en muchas ocasiones, pero sé cómo satisfacer la carencia. Aprendamos a valorar lo sobrenatural: ansiemos la revelación". 

Este conocimiento a través de lo sobrenatural lo busca en una obra concreta: el Nuevo Testamento de la Biblia donde lee "En el principio fue la Palabra" (En realidad esto está al inicio del Génesis en el Antiguo Testamento y no sabría decir por qué en este libro pone Nuevo Testamento). Entonces se interrumpe, porque, como romántico, no puede dar tanto valor a la Palabra de Dios, es decir, no puede dar tanta importancia a la tradición o a aquellos argumentos que se han considerado de autoridad. El conflicto que se plantea aquí es precisamente el gran conflicto de la Modernidad del XIX. En el Romanticismo hay un intento continuo por deshacerse de lo tradicional que representa al Antiguo Régimen y los valores caducos que lo rodea, es decir, lo que se ha llamado la tradición, pero hasta ese momento prácticamente todo el conocimiento existente estaba ligado a esta tradición, por lo que el romántico, por mucho que lo desee, no puede deshacerse del todo de ella, debe basarse en ella para crear a partir de ella. En el contexto del arte y la literatura pasaba algo parecido, una de las cosas que más valoraban los románticos era la originalidad y la individualidad a nivel de creación, por lo que seguir modelos, sea del tipo que sean, es algo que se tiende a intentar superar y desterrar. La contradicción aquí se da cuando los propios románticos se dan cuenta de que nada nace de la nada y que, por tanto, no pueden prescindir de su tradición cultural, por mucho que lo deseen. De este modo, termina por traducir la primera frase de la Biblia como "en el principio fue la acción", porque la acción se opone a la palabra, el hecho se opone al verbo, la razón (supuestamente) se opone a la tradición, la frase termina traduciéndose casi de la misma forma que el original (sigue el modelo del original), pero le cambia por completo el significado, le da ese punto de originalidad que tanto buscan los románticos.

En ese momento aparece Mefistófeles en la habitación, entra en forma de perro de aguas y se transforma en un estudiante viajero, Fausto, que le ve como una especie de espíritu sobrenatural le pregunta por su nombre y la respuesta de Mefistófeles es bastante interesante: 

"La pregunta me parece de poca categoría para alguien que desprecia la palabra; para alguien que, desdeñando toda apariencia, busca la esencia ahondando en las profundidades". 

Aquí se da a entender otro conflicto que es el del lenguaje y la realidad. Como no soy filósofa no me voy a meter mucho en esto, solo saber que el lenguaje siempre ha supuesto un conflicto a la hora de conocer la realidad que está más allá de él. Lo que esta frase indica es que nombrar a los objetos no tiene sentido, pues el nombre nunca puede alcanzar la esencia del objeto en sí, es decir, el nombre dificulta el conocimiento de los objetos porque el lenguaje es demasiado limitado como para definir la realidad de lo que es el objeto en sí. Mefistófeles, al decir que su nombre no tiene importancia, está diciendo que su nombre no va a decir lo que es, no va a dar ninguna pista de su esencia, de su ser. En todo caso, aquí se está dando un equívoco: cuando Fausto dice lo de "no puedo dar tanto valor a la Palabra" se trataba de la Palabra en mayúscula, la palabra de Dios, Mefistófeles habla de la palabra en minúscula, de los nombres en general.

El siguiente comentario lo traigo de una escena que aparece un poco más adelante. Después de su primera aparición Mefistófeles envuelve a Fausto en una especie de sueño y desaparece para escapar de su casa (se había quedado atrapado en ella y Fausto se jacta de haber engañado al diablo), para luego, volver a aparecer en su casa para ofrecerle liberarse y que "una vez liberado experimentes lo que es la vida" a lo que Fausto responde poco esperanzado: 

"Soy demasiado viejo para limitarme a jugar y demasiado joven para morir sin deseos. ¿Qué podrá ofrecerme el mundo? '¡Renuncia, tienes que renunciar!'. He aquí el precepto que continuamente resuena en nuestro oído y que cada hora repite con ronca y acompasada voz. Por la mañana me despierto sobresaltado, y con razón podría llorar amargamente al ver que el nuevo día sigue con rapidez su camino sin dejar satisfecho ninguno de mis deseos; al ver que con su curso ahoga toda esperanza de felicidad, y que, con la ayuda de los ridículos y cómicos actos de la vida, hace desaparecer cuantas agradables creaciones buscan un albergue en mi mente. Después, al llegar la noche, me acuesto con desasosiego ni aun allí puedo descansar e incluso me llenan de espanto pesados y horrorosos sueños. El espíritu que reina en mi interior puede conmover profundamente mi ser; no obstante, a pesar de que tiene imperio sobre todas mis fuerzas no puedo hacerlas obrar en el exterior: por eso me he convencido de que vivir es una pesada carga , por eso deseo la muerte y aborrezco la vida."

Vayamos por partes aquí:  En primer lugar, Fausto comprende que no puede aspirar a la totalidad y por esto debe renunciar a ella y paliarla a través del arte. Ahora bien, en segundo lugar, Fausto ve pasar los días sin ser capaz de satisfacer sus propios deseos y que, el hecho de tener que vivir le impide crear o dedicarse al arte. Por la noche, además se acuesta con desasosiego, lo que le impide descansar. Todo cuanto su mente desea hacer es imposible de realizar, y por tanto, la vida no tiene sentido, prefiriendo la muerte. En resumen, hablamos de la insatisfacción que produce el no poder dedicarse a la creación como única forma de abarcar la totalidad, que es lo que, finalmente, Fausto desea y, por tanto, es mejor morir. Esta idea también se relaciona con el idealismo y el pesimismo románticos: la aspiración a un ideal (la totalidad) que es irrealizable y, por tanto solo queda morir (pesimismo).

En este punto es cuando Mefistófeles ofrece a Fausto el trato: su alma a cambio de darle en vida "un momento de plena satisfacción personal, un momento digno de prolongarse eternamente". Aquí es donde comenzará la aventura, desde entonces, Fausto no tendrá ningún tipo de límite en la satisfacción de sus deseos, de modo que ahora podemos entender mejor en qué se traduce esto de "abarcar la totalidad" que tanto desea Fausto, y es que, lo que realmente quiere decir esto es que quiere experimentarlo todo, poder hacer de todo: "Me entrego al vértigo, al placer más doloroso, al amado odio, al fastidio que reconforta. mi pecho, que se ha liberado del ansia de saber, jamás se cerrará a ningún dolor quiero apresar con mi espíritu lo más elevado y lo más sumido en la profundidad". Pero es que realmente lo que pide Fausto, como dice, Mefistófeles, esa totalidad solo está reservada a Dios, por lo que aconseja a Fausto, simplemente disfrutar de esos placeres vitales.

Ahora me parece, cuanto menos curioso, la opinión que da Mefistófeles sobre diferentes disciplinas académicas a un estudiante de Fausto:

 Sobre el derecho dice: "La Ley y el Derecho se heredan como una enfermedad incurable. Se deslizan de generación en generación y avanzan de un lugar a otro. La razón se convierte en algo absurdo, la bondad, en perjuicio". Respecto a esto, debe decirse que, como pasa también hoy, muchas leyes son herederas de otras más antiguas (en muchos aspectos el derecho español se rige por el derecho romano, en los países árabes de mayoría musulmana, con más o menos variaciones, se basa en la sharia) y esto hace que el derecho no termine de ser un aliado para la sociedad, pues ésta se mueve, evoluciona, cambia, pero las leyes no y eso termina siendo un lastre.

Sobre la teología: "No querría extraviaros pero en lo que toca a esa ciencia es difícil evitar el camino errado. En ella hay mucho veneno y apenas puede distinguirse de la medicina". Yo no he estudiado teología, pero si la entendemos como una ciencia próxima a la filosofía entenderemos un poco a qué se refiere Mefistófeles con esto, y es que, la ciencia sobre Dios es una ciencia creada por el hombre. Puesto que, como hemos dicho antes, el hombre no puede aspirar a la totalidad propia de Dios, ¿qué utilidad tiene estudiar a Dios si es inabarcable, si una mente como la humana no puede acercársele?

Sobre la medicina: "El sentido de la medicina es fácil de entender. Ella estudia el mundo grande y el pequeño para, finalmente, dejar que todo vaya como Dios quiera. Es cosa vana que sigáis dando vueltas y sudando tras la ciencia". Hoy en día se nos caerían los ojos y nos retorceríamos al leer esto. Pero en el siglo XIX, por mucho que avanzó la ciencia en muchos campos y se mejoró en buena medida la alimentación, seguían sin poder evitarse muchos males. Estamos en la época del positivismo, la época en que la ciencia lo puede todo, y, como mencionábamos al principio, los románticos se dieron cuenta pronto de que esto no era verdad. En el caso de la medicina, sí, se avanzó mucho, pero muchas enfermedades seguían sin tener remedio y la mortalidad infantil seguía siendo muy alta, en muchas ocasiones se hacía sufrir mucho a los enfermos para que luego, encima acabaran muriendo. De ahí que la opinión de la medicina sea tan baja.

Si avanzamos un poco en la historia, vemos que Fausto se enamora de una muchacha (Margarita) y Mefistófeles decide ayudarle a conseguir seducirla. ¿Recordáis lo que hemos hablado de los deseos de Fausto? Vamos a ver que, en ocasiones, los grandes deseos de nuestro protagonista vana acabar por tener consecuencias trágicas y ésta es una de esas veces, pues va a ser a través de engaño y adulación que va a tratar de seducirla: va a regalarle joyas, dar un paseo clandestino por los jardines, incluso a deshonrarla. En este punto me detengo en la opinión del cura, que hace las veces de confesor y consejero de la familia de Margarita, respecto de dichas joyas, y que también nos darán cierta clave de la visión moderna de la Iglesia, que la hereda de la Ilustración: 

"Está muy bien pensado, el que supera la prueba gana. La Iglesia tiene un buen estómago, ha devorado países enteros y nunca se ha empachado hasta ahora. Solo la Iglesia, estimadas señoras, puede digerir bienes injustos."

En este contexto tenemos que la familia de Margarita, por lo que se ve muy religiosa, al descubrir las joyas que ha dejado un hombre misterioso (Mefistófeles) en el armario de la niña, en seguida consulta con el sacerdote qué sería lo más adecuado hacer con ellas, pues una chica como ella no está bien visto que luzca ese tipo de joyería. La respuesta del sacerdote es lo realmente interesante y no deja de parecerme realmente una crítica a la propia Iglesia y al mundo cristiano y a su hipocresía con respecto al voto de la pobreza, más que una escena inocente, pues leer la frase "(la Iglesia) ha devorado países enteros y nunca se ha empachado", es decir, la Iglesia ha acumulado bienes donados por fieles, por reyes, nobles y pueblo y hasta el momento no se ha sentido satisfecha, da más bien a pensar en esa hipocresía eclesiástica. Además, el cura llama a esas joyas "bienes injustos", bienes que no deben ser tenidos, que no corresponden a cierto tipo de familia poseer, algo que choca claramente con las ideas liberales de la propiedad privada. Es como si en lo que dice ese sacerdote se encarnaran los valores del Antiguo Régimen en el que los bienes debían pertenecer a cierta clase superior (en este caso la Iglesia) y no al pueblo, a la gente, gente como Margarita o su familia que no deben aspirar a más de lo que ya tienen por gracia divina y, por eso es un "bien injusto", porque te da una categoría que no debes tener, y esto, como digo, riñe con la concepción liberal del mundo que tiene el Romanticismo.

Ya hemos mencionado en alguna ocasión la tendencia romántica a exaltar todo lo relacionado con las emociones y sentimientos por encima de lo racional y la inutilidad de tratar de definir lo que es inabarcable como es el concepto de Dios. Un buen ejemplo en Fausto de esta tendencia es cuando Fausto, en su cita con Margarita, ésta, como buena creyente pregunta a Fausto si cree en Dios a lo que él responde "Llena tu corazón en toda su grandeza, y si tu sentimiento es de alegría, llámalo como quieras. Llámalo felicidad, corazón, amor, Dios. no tengo nombre para ello. Todo es sentimiento. Los nombres son humo y un eco que envuelven en niebla el fuego celestial". En esencia,  sigue tratándose del conflicto emoción-razón donde la emoción es lo importante, sentir es lo importante, nombrar es secundario, porque nombrar es racionalizar. Las personas cuando queremos comprender algo le buscamos un nombre. Algo que no tiene nombre es algo que es incomprensible, que se escapa a toda razón. Así es como se entiende el amor. A Fausto no le importa el cómo llamarlo porque lo que le importa es sentirlo, nombrar lo que siente, racionalizarlo no importa mientras sienta lo que siente, por eso  "los nombres son humo". Además, ya se ha hablado al principio del concepto del lenguaje como algo limitador, las palabras como algo que no importa porque nunca van a poder expresar la realidad de las cosas. Esta frase remite en parte a esta misma idea.

Tiempo después en la obra nos encontramos con la noche de Walpurgis o noche de las brujas. En Alemania se cree que esa noche en la Cordillera de Harz se reúnen las brujas, brujos y toda la corte demoníaca para hacer rituales de brujería. Y esto es un poco lo que nos vamos a encontrar en Fausto. Un contexto que, de nuevo va a dar lugar a una serie de reflexiones:

En primer lugar, cuando Fausto y Mefistófeles van camino del Harz encuentran un fuego fatuo, al que Mefistófles pide que les guíe, pero este fuego solo puede moverse en zig zag a lo que Mefistófeles hace un comentario breve, que no deja de tener cierto interés: "Ay, este quiere imitar a los hombres". Esta frase no deja de encerrar ese sentido de la humanidad como una raza que vaga continuamente perdida que no conoce realmente nada, que, en definitiva, no da una a la hora de vivir o cómo debe vivir, sino que vamos errando sin entender muy bien qué hacemos en este mundo o qué debemos hacer, perdidos, sin encontrar la forma correcta de vivir o de hacer.

En segundo lugar nos encontramos una escena en la que Fausto y Mefistófeles se encuentran a una serie de personajes (que son más prototipos que personajes) que nos hablan de diferentes estamentos de la sociedad, pero en su decadencia: un general, un ministro, un advenedizo y un autor:

El general: "¿Quién se puede fiar de las naciones por mucho que por ellas se haya hecho? Pues para el pueblo como para las mujeres, la juventud tiene preferencia". Aquí se dice algo que en realidad es muy actual: el olvido de los ancianos, aquellos que han hecho grandes cosas por la sociedad pero que, cuando dejan de ser útiles, son olvidados por el propio sistema sea el Estado, la propia sociedad o cualquier otra institución.

El ministro: "Ya estamos demasiado lejos de la Justicia. Celebro a los buenos veteranos, pues, cuando mandábamos en todo, estábamos en la auténtica Edad de Oro." 

El advenedizo: "Pues nosotros tampoco fuimos tontos aunque a menudo hicimos lo que no debíamos; pero ahora todo está cambiando, justo cuando esperábamos agarrarlo con firmeza" En este caso no sé si debe interpretarse el término, lo que me parece más lógico es entenderlo como "advenedizo social", es decir la nueva clase social que está ostentando el poder (o pretende hacerlo) que sería en este caso la burguesía del siglo XIX. Si lo vemos de este modo, estaríamos hablando sobre cómo la burguesía alcanza el poder a raíz de las revoluciones burguesas (que no fueron realmente tan ideales como se esperaba, solo hay que pensar en la revolución francesa y las actuaciones de los jacobinos en nombre de la libertad, la igualdad y la fraternidad) y cómo todo se fue yendo de las manos instaurando los regímenes del terror. Cuando este personaje dice que "todo está cambiando" creo que habla de cómo la burguesía toma conciencia de que esta toma del poder y las revoluciones que se van sucediendo en Europa están creando una inestabilidad social, guerras civiles, etc. que no estaban dentro de ese ideal de la revolución francesa.

El autor: "¿Quién querría leer hoy un escrito más o menos perspicaz? Y por lo que a los jóvenes respecta nunca fueron tan sabihondos" Parece aquí criticarse también una decadencia dentro de la cultura. La gente ya no quiere leer textos que derrochen inteligencia e ingenio, solo entretenerse. Esta va a ser una crítica recurrente a lo largo de los siglos cuando, con el tiempo, la literatura se va volviendo hacia el entretenimiento del público y, en consecuencia, muchos intelectuales criticarán la forma de hacer arte literario con comparaciones tan fútiles como que "ya no se escribe como Virgilio" o "¿dónde han ido los poetas de verdad?" Y es que, a lo largo del siglo XIX se empieza a intentar masificar la educación (al menos la básica) y, por tanto, ya no leían y escribían solo los nobles y grandes burgueses de gran cultura sino que, empiezan también a leer y escribir pequeños burgueses y campesinos con cierta fortuna que buscan en la novela (es el siglo de la novela) o el teatro precisamente entretenerse y los autores, para vivir, debían dar al público lo que quería. Es, además, la época de la prensa (en especial nos interesa la prensa cultural) donde se hacían críticas de los espectáculos teatrales para el gran público, se publican poemas, artículos, etc. y esta prensa la lee ese público general que busca ese entretenimiento y no necesariamente que lo que lean o vean en escena sea "bueno" o especialmente "ingenioso"

El siguiente comentario aparece en un contexto en que Fausto aparece en una pradera junto a una catarata y el arco iris y dice: 

"Aprovechando esta caída, se tensa la bóveda, magnífico el cambiante y permanente arco iris tan pronto nítido como difuminado en el aire que va difundiendo una lluvia fresca y olorosa. Con él se simboliza el esfuerzo del hombre. Reflexiona sobre este y comprenderás que en el colorido reflejo de la luz está la vida". 

Esta frase de por sí parece una simple descripción de paisaje, pero lo interesante es la nota de la edición que aclara lo siguiente: "Goethe viene a decirnos aquí que, si bien el conocimiento verdadero ha de consistir en visualización, como los sentidos solo ofrecen una imagen parcial y fragmentada de la realidad, el acceso que nos queda a lo verdadero es de tipo simbólico". De nuevo, yo no soy filósofa, pero sí he tratado algo de la filosofía de Nietzsche precisamente cuando estudiaba sobre la lengua literaria. Explicándolo muy por encima, Nietzsche hablaba de que la realidad que se presentaba a los sentidos era una metáfora de la verdadera realidad. El mundo que vemos es una metáfora de la realidad y, a su vez, el lenguaje que usamos para describir la realidad que vemos es, a su vez, otra metáfora. Es decir, la realidad que construimos a través del lenguaje es una metáfora de la metáfora que es la realidad, y creo que esto que dice la nota va por este camino: todo cuanto vemos no es más que un símbolo o metáfora de la verdad que realmente es inalcanzable para nosotros. 

La siguiente escena se desarrolla en el palacio imperial entre el emperador, sus consejeros o ministros, Mefistófeles y Fausto donde ocurren algunos de los diálogos que a mí me han parecido de los más interesantes de la obra en un contexto de consejo de Estado porque la inmoralidad y el desastre se expanden por todo el imperio aprovechando los carnavales. La primera frase es una adivinanza que recita Mefistófeles refiriéndose a sí mismo, el demonio:

"¿Quién es el maldecido o siempre bienvenido? ¿Quién el anhelado y siempre rechazado? ¿Quién es siempre puesto bajo protección? ¿Quién es censurado con fuerza y gravemente acusado? ¿A quién no puedes llamar a tu lado? ¿A quién os gusta a todos oír nombrar? ¿Quién se acerca al escalón de tu trono? ¿Quién se ha puesto a sí mismo en entredicho?"

¿Por qué esta adivinanza es interesante? Porque no habla tanto del demonio como de los humanos: es deseado por los humanos porque los efectos inmediatos que producen sus pactos son "positivos" (poder, riqueza, cumplir los propios deseos...), pero a su vez es odiado por los efectos a largo plazo de estos pactos (la perdición ). Si lo analizamos bien, esta adivinanza no habla tanto del diablo como de los propios humanos. Tal y como yo lo veo (y esto está estrechamente relacionado con el pacto que tiene Mefistófeles con Fausto) el demonio no es una fuerza negativa en sí. La mayor parte de las ocasiones en las que un humano hace un pacto con un diablo es para conseguir poder, riqueza, amor o cualquier deseo por una vía considerada "fácil" y "segura" y, normalmente, es un deseo que el humano en cuestión sabe que no es lícito (de ahí a acudir al diablo) y este comportamiento, ¿de quién dice más, del diablo que tan solo lleva a cabo un deseo? ¿o del humano que tiene ese deseo? El diablo es, entonces solicitado (y, por tanto, deseado) por los humanos porque tiene el poder de realizar un deseo ilícito para ese humano, sin embargo es odiado pues, una vez que se establece el pacto hay unas consecuencias (habitualmente negativas) que incluso terminan afectando al humano que pidió el deseo. El humano, obviamente, culpa al diablo de las consecuencias negativas de sus actos porque fue éste quien "le ha tentado". Volvamos un poco hacia atrás y pensemos en lo que pasa con Margarita: Fausto la deseaba a toda costa y Mefistófeles solo le dice cómo hacer para seducirla porque ese era su deseo. Fausto no es un niño, sabe que esa relación no está bien vista ni es moral (se supone que se llevan una edad considerable, él habla de sí mismo como casi un anciano y Margarita se dice que es una niña) pero tiene ese deseo y quiere cumplirlo a toda costa, con el trágico final que eso conlleva. A esto se refiere Mefistófeles cuando se describe a sí mismo de esta manera, es deseado para cumplir deseos ilícitos pero odiado cuando las consecuencias de esos deseos se materializan.

Como había mencionado antes, el contexto en el que estamos es de una auténtica crisis moral por parte del pueblo: robos, ilegalidad, terror, injusticia... según el canciller 

"El mundo entero se está haciendo pedazos y se aniquilará lo que está bien [...] No se puede dejar de tomar medidas cuando todos dañan, todos sufren y hasta se pierde la grandeza"  El mariscal de los ejércitos se queja de que "todos quieren herir y, sin embargo, son heridos [...] El ciudadano del burgo, tras las murallas y el noble, en su nido de roca se han conjurado para hacernos frente y mantienen sus fuerzas con firmeza" Esto no puede dejar de recordarme precisamente a este contexto de las revoluciones burguesas que se suceden a lo largo del siglo XIX y que, por supuesto, dieron también a terribles guerras civiles. Lo que se está reflejando aquí es la propia caída del Antiguo Régimen y las revoluciones liberales. También se nos habla en esta escena de pérdidas de pagos en especia como de carnes y vinos (vinos que, al parecer se está quedando la nobleza). Mefistófeles al oír esto da como solución cavar minas para extraer metales preciosos a través de "la poderosa naturaleza y el poderoso espíritu del hombre bien dotado". Aquí, de nuevo se produce un conflicto: el emperador y su corte representan, como hemos dicho, el Antiguo Régimen, y Mefistófeles saca a la luz dos conceptos que son liberales y románticos: la Naturaleza y el Espíritu, de hecho la respuesta del emperador es tajante:

"Naturaleza...espíritu!...Así no se habla a los cristianos. Por decir eso se quema a los ateos, y es que dichos discursos son peligrosos. La naturaleza es el pecado, el espíritu es el diablo, entre los dos engendran la Duda [...] El Imperio solo cría en sus tierras dos linajes, que sustentan dignamente su trono: los santos y los caballeros. Estos soportan todas las tormentas y por ello reciben en pago el Estado y la Iglesia. A ellos les hace resistencia la mente plebeya  con sus confusos espíritus, de ahí salen los herejes y los brujos que arruinan las ciudades y los campos. Con tus bromas quieres infiltrarlos en estas esferas" Aquí se ve más claramente la oposición del Antiguo Régimen a las revoluciones burguesas. Si bien es cierto que estas revoluciones y el concepto burgués de "pueblo" están sujetos a crítica, hay que entender que en este contexto aún no se ha producido el problema de la clase obrera por lo que no podemos saber hasta qué punto "pueblo" solo hace referencia a la burguesía o si también engloba todo lo que se ha llamado "pueblo llano". Dicho esto, explico la importancia de esta idea: de nuevo se nos presenta la filosofía liberal del Romanticismo vista desde la perspectiva de la realeza y la nobleza los cuales, claramente, se presentan aquí como personajes "negativos" y Mefistófeles va a responder con toda la filosofía romántica por delante: "Así se reconoce a los sabios. Cuando no palpáis algo es que no está aquí. Lo que no podéis agarrar no existe. lo que no podéis calcular creéis que no es verdadero. Lo que no podéis poner en la balanza no tiene peso para vosotros. Solo creéis que vale lo que acuñáis" Realmente estas palabras parecen criticar más al positivismo que al Antiguo Régimen, esa filosofía materialista basada en creer lo que se puede comprobar "científicamente" que en lo trascendental. Para nosotros no tendría sentido juntar estas dos críticas pues entendemos la filosofía del Antiguo Régimen como algo medieval que no tiene relación con el positivismo (de hecho no la tiene), pero los románticos estaban en contra tanto de lo uno como de lo otro y la única explicación que se me ocurre es que este pensamiento romántico meta ambas ideologías en el mismo saco.

En este punto Mefistófeles propone buscar el oro expoliando los lugares donde la gente ha dejado, en épocas de huida, sus pertenencias y bienes, a lo que tanto el canciller como el senescal responden del siguiente modo: "Satán os tiende sus lazos con el oro. ¡No se consigue nada siendo piadoso y justo!" "Si a la corte nos trae dones preciados, gustoso acepto un poco de injusticia". Estas respuestas, de nuevo, no nos dicen nada bueno de estos personajes y, bajo mi punto de vista, no dejan de ser parte de la caracterización que se da aquí al Antiguo Régimen. Recordemos que la propiedad privada es sagrada para los liberales, expoliar los pequeños tesoros de aldeas abandonadas es violar la propiedad privada del pueblo, de lo peor que se puede hacer para un pensamiento liberal. En seguida, el emperador quiere que se empiece a excavar para ver todo ese oro y Mefistófeles se despide de la escena con la siguiente frase: "Estos idiotas nunca entenderán cómo van encadenados méritos y suerte. Si tuvieran la piedra filosofal, a la piedra le faltaría el filósofo". De nuevo se entiende aquí una parte de la filosofía liberal que ya nos es tan conocida: el mérito. El hecho de que el astrólogo aconseje esperar a que pasen las fiestas para comenzar el trabajo va en contra de la filosofía liberal que no ve en las fiestas nada de sagrado, nada que impida el avance del progreso. Hoy podríamos criticar esta actitud por todo lo contrario. Hoy, valoramos más el descanso y el respeto a éste y puede parecernos esta afirmación excesivamente liberal, pero yo no perdería de vista el hecho de que los que andan ahí reunidos son nobles, no pueblo, gente que no era conocida en ese momento precisamente por trabajar, de ahí la crítica de Mefistófeles de que pretenden tener la "suerte" de encontrar tesoros sin estar dispuestos a trabajar para desenterrarlos.

Poco después vemos cómo en esta fiesta del dios Pan que se ve en el palacio el emperador parece haber firmado un billete de dinero por un valor tal que pagaría todas las deudas con el valor de todos los tesoros del reino. Es más, esos billetes se imprimen por miles y se reparten entre la población y se aceptan como si fuera oro. Vemos aquí en una corte medieval la introducción del capitalismo y el liberalismo económico, parece aquí mostrarse precisamente ese paso del Antiguo Régimen a la modernidad: "Las casas de cambio están abiertas día y noche y en ellas se hace honor a cada papel con oro y plata, aunque, es cierto, con descuento. De allí se va entonces al carnicero, al panadero y a la bodega".  Pero entonces, ¿dónde están los tesoros?, Fausto explica lo siguiente: "La abundancia de tesoros que permanecen intactos y enterrados en vuestras tierras, yacen sin utilizarse. El pensamiento de más alcance resulta miserablemente limitado al tratar de concebir tal riqueza". Básicamente se está explicando aquí el "patrón oro", la impresión de dinero equivalente al oro acumulado de un territorio, es la invención de la economía moderna. Es el paso de la Edad Media a la modernidad, con todo lo que eso conlleva, entre otras cosas que ya no es necesario poseer el oro en sí para tener riqueza y, por tanto, esta riqueza se puede repartir mejor al usar los billetes con un valor determinado, por esto, este pasaje me parecía especialmente importante, porque muestra una vez más ese cambio de mentalidad de la feudal a la moderna.

Más adelante en la obra veremos cómo Fausto y Mefistófeles oyen tambores de guerra que parecen proceder del ejército del emperador y dice entonces Mefistófeles: "Cuando nosotros le pusimos en sus manos una falsa riqueza, para él todo el mundo estaba en venta. Cuando era joven aún, le correspondió en suerte el trono y llegó a la falaz conclusión de que podían ir de la mano (pues era deseable y bonito) reinar y divertirse en un tiempo"

Ya hemos visto  muchas de las ideas filosóficas y sociales que se enmarcan en esta obra. Ahora, desearía mostrar algo con respecto a las ideas estéticas que se reflejan en el comentario hacia la arquitectura de un templo antiguo que hace surgir Mefistófeles en el palacio del emperador, a lo que el arquitecto comenta: "Eso sería clásico. Yo no sabría apreciarlo, habría que llamarlo tosco y sobrecargado. Se llama noble a lo que está en bruto, grandioso a lo torpemente ejecutado. Yo quiero finas columnas, atrevidas, sin límite: una punta de ojiva eleva el alma, una construcción así nos edifica sobremanera". Aquí se ven las preferencias románticas por la estética medieval (preferentemente gótica) en el lugar de la clásica y la renacentista. A continuación de hecho comenta el astrólogo: "Recibid con respeto las horas marcadas por los astros, que por los ensalmos quede atada la razón y que, por el contrario, la magnífica y atrevida fantasía emprenda un amplio y libre vuelo. Ved ahora con vuestros ojos lo que osadamente anheláis: es imposible y por lo mismo digno de ser creído" lo que se resume en la idea romántica de la preeminencia de la fantasía sobre lo racional o verosímil. Están viendo aparecer edificios dentro del palacio, una visión completamente fantasiosa que da pie a afirmaciones como ésta. Es romanticismo en todo su esplendor.

En el siguiente acto volvemos a la habitación de Fausto una vez acabada la aventura con el emperador. Fausto duerme y Mefistófeles entabla una conversación con un bachiller que nos interesa por la visión romántica de la juventud y la vejez. El bachiller le dice a Mefistófeles: 

"Es muy pretencioso que, en el más negativo de los periodos (seguramente con esto se refiere al periodo de la vejez), se pretenda ser algo cuando ya no se es nada. Toda vitalidad está en la sangre y ¿dónde fluye la sangre mejor que en el adolescente? La sangre viva con fuerzas renovadas es la que crea nueva vida de la vida. Allí todo se anima, allí todo se hace, lo débil decae, lo capaz prospera. En tanto que nosotros hemos conquistado medio mundo, ¿qué habéis hecho vosotros? Habéis dado cabezadas, habéis cavilado, soñado, considerado: planes y solo planes. Sin duda alguna, la vejez es una fiebre álgida que hace sentir la escarcha de una impotencia caprichosa. El que ha pasado de los treinta años es como si ya estuviera muerto.[...] Yo, en cambio, solo escucho hablar al espíritu y persigo mi luz interior y ando raudo, con íntimo entusiasmo; la luz está ante mí y la oscuridad a mis espaldas". 

En este párrafo vemos cómo el Romanticismo es también el movimiento de la juventud. Si alguien ha leído suficientes obras románticas se habrá dado cuenta de que, la mayoría de las veces, los protagonistas son jóvenes y, en efecto, la acción está profundamente ligada a la juventud: el joven vive aventuras, grandes emociones, terror, amor, etc. Mientras, los mayores, los ancianos, apenas existen o son opositores a los jóvenes protagonistas. Los jóvenes son los que tienen las emociones lo suficiente a flor de piel para crear las grandes historias románticas (recordemos que la exaltación de la emoción es una de las características de esta estética), a un anciano ya nada le sorprende, nada le altera, los efectos de la emoción son casi inexistentes; y esa emoción que tanto se echa en falta en los mayores es el que se considera el motor de la acción, en el caso, por ejemplo, de la escritura es la emoción la que potencia la creación literaria y ¿qué clase de literatura vas a hacer si ya nada te emociona porque eres demasiado viejo y ya todo lo has vivido? El joven es, además, el que no solo vive las emociones, sino que también se mueve más fácilmente por ellas. Es más fácil una terrible fiebre de amor en un joven que en un anciano, es más fácil (o verosímil) un aventurero joven que desea recorrer el mundo, saber, descubrir, ver que un anciano que ya lo ha visto todo. Sin embargo, en este párrafo se plantea esta idea más como un conflicto que como una convicción: Fausto no es ya un joven, pero acaba de vivir una gran aventura, ha vivido una pena de amor, tiene grandes deseos y ambiciones, quiere saber...Da un poco la impresión de que aquí más que apoyar o reforzar la concepción romántica de la juventud, se critica porque lo que expone el estudiante queda en entredicho en el momento en que recuerdas todo lo que ha vivido Fausto a lo largo de la obra, sin embargo, no me aventuro a dar una interpretación concluyente, pues, más adelante el centauro Quirón dice las siguientes palabras respecto a la juventud: 

"Los Dióscuros siempre vencieron donde prevalecían la plenitud juvenil y la belleza. La decisión y la diligencia en la acción fue la mejor de las cualidades de los Boréades. Reflexivo, enérgico, listo y presto al consejo, así mandaba Jasón. Orfeo, tierno y siempre tímidamente discreto [...] El peligro solo se corre en común. Cuando uno de ellos actúa, los demás lo alaban". 

Y, en general, la tendencia dentro del Romanticismo era, precisamente la de alabar la juventud en detrimento de la vejez, pero además, se resaltan aquí otras cualidades consideradas virtuosas en una persona y que resumen muy bien las ideas estéticas y cualitativas del romanticismo: juventud, belleza (el canon romántico es que una persona sea joven y bella), decisión y diligencia (se valora que un hombre sea, además un líder firme en la toma de decisiones), enérgico, pero, a la vez debe ser reflexivo y suficientemente listo como para saber escuchar, pero también debe ser sensible, tierno, en definitiva, un joven con alma de poeta y soldado.

Pero, ¿a quién se aplicaban estas cualidades? Mayoritariamente a hombres, ya que la opinión de las mujeres en esta obra deja bastante que desear, aunque no deja también de ser parte de las convenciones románticas, pero fundamentalmente la concepción de poetas masculinos. Así, nos encontramos con frases como esta opinión de Quirón sobre Helena de Troya: "La belleza femenina no significa nada; con demasiada frecuencia es una imagen estática que mana felicidad y alegría de vivir. La belleza se satisface a sí misma, la gracia es lo que la hace irresistible, como ocurrió con Helena cuando la llevé". Y más adelante tenemos las palabras que dice Fórcida a Helena: 

"La honestidad y la belleza nunca van de la mano por el verde sendero de la Tierra. muy arraigado habita en ambas un antiguo odio, de tal manera que cuando se encuentran las dos dan la espalda a su oponente y cada cual se apresura a seguir su camino hacia otro lugar; la honestidad, circunspecta, la belleza, con frivolidad hasta que al fin la atrapa la oscura noche del Orco, si es que antes no fue sometida por la vejez" Es decir, que una mujer bella no la esperes honesta. Y más adelante, en la noche de Walpurgis, Mefistófeles describe a Lilith así: "cuídate de su bonita melena, la única joya que la adorna. una vez que atrapa a un joven con ésta, no logra escapar fácilmente". Como vemos, en general, los personajes femeninos quedan muy poco desarrollados y la opinión que se da de algunas de ellas es, habitualmente negativa, pero no podemos perder de vista que estamos hablando de una obra del siglo XIX escrita por un hombre, y yo, traigo estos fragmentos aquí más como curiosidad que como juicio y para el esto lea, se prevenga y sea benevolente con la obra en general, que ya hemos visto que tiene oras virtudes.

Helena es entonces conducida a un castillo medieval en el que la espera Fausto vestido de caballero, y, del mismo modo que cuando nos encontrábamos en el palacio del emperador aparece un templo antiguo de la nada, parece que en esta obra se intenta continuamente unir lo clásico con lo medieval o mostrar la transición que se da en el romanticismo de una estética a otra.

Si continuamos con las ideas estéticas, nos encontramos con una nueva insistencia en la idea de que la poesía es sentimiento cuando Helena pregunta a Fausto cómo decir algo bonito y usar la rima, a lo que Fausto responde: "Es cosa fácil: debe salir del corazón". De nuevo nos encontramos la idea romántica de ligar la poesía con el sentimiento, hablar bonito debe salir de dentro. Esta idea como, hemos visto, nos la encontramos también al inicio de la obra, pero es que también nos la encontramos en otros románticos como el propio Bécquer en las Cartas literarias a una mujer "Cuando digo poesía eres tú es que la poesía es sentimiento y el sentimiento es la mujer".

En esta escena, además nos encontramos que Fausto es una especie de emperador medieval y, cómo no, tiene su propio ejército que va a enfrentarse a Menealo por Helena como una nueva Troya. Pero el ejército de Fausto es algo curioso, no está formado por troyanos sino por germanos, sajones, godos, francos y normandos, ¿qué tienen en común todos estos pueblos? Son los grandes pueblos que poblaron Europa en la caída del impero romano de occidente. En el romanticismo se ensalzaba tanto la edad media, entre otras cosas, porque se consideraba que la caída del imperio romano dio lugar a la creación de las grandes naciones de Europa que fueron creadas por los pueblos bárbaros del norte que fueron, entre otros precisamente los pueblos que se nombran en la obra. En definitiva, podría decirse que, de forma algo quizás simbólica se está dando aquí la caída de lo clásico ante lo medieval, que es lo que pasó con las ideas estéticas del romanticismo, lo clásico se dio de lado y se empezó a ensalzar la edad media y a buscarse la identidad de los pueblos en las culturas medievales y, claro, esto no dejó de dar por un lado con una mayor investigación de la herencia cultural de la edad media, pero por otro, también una idealización de la edad media que nos deja en los textos románticos más una visión subjetiva e imaginada de la edad media que una idea real.

En otra escena tenemos el laboratorio de Wagner, de estilo medieval y lo interesante es que Wagner está creando un ser humano: 

"Declaro que el estilo antiguo de procrear es una vana necedad. El delicado punto del que brotaba la vida, la suave fuerza que surgía del interior, recibía y daba, para darse forma a sí misma y asimilarse primero a lo más cercano y luego a lo extraño, está ya privado de su dignidad. Aunque el animal todavía se solaza con ello, el hombre, mucho mejor dotado, ha de tener en el futuro un origen más noble y elevado. ¡Ved cómo brilla!...Ahora sí se puede confiar en que por la mezcla de cientos de ingredientes-pues esto es una mezcla-compondremos la materia humana, la cerraremos herméticamente en un alambique y la destilaremos en su justa medida [...] Aquello que se considera secreto en la naturaleza, voy a probarlo de modo racional" 

Este párrafo me llamó mucho la atención porque me recordó mucho a la base del argumento de Frankenstein, sin embargo, la obra de Shelley tiene como diez años menos que Fausto lo que me ha hecho preguntarme si la obsesión por la creación de vida forma parte del contexto científico general de esta época y si no se habrá convertido en un pequeño tropos dentro del romanticismo. Lo cierto es que, en mi opinión, tendría sentido que en una Europa racionalista y cientificista que trata de descubrir los misterios de la naturaleza a través de la propia ciencia, se empezara a buscar y a creer en la posibilidad de alcanzar los "secretos de la vida y la muerte" y que crear vida fuera una obsesión general que se haya enfocado desde diferentes prismas dentro de la cultura y que éste sea uno de ellos.

Poco después, el homúnculo insta a Mefistófeles a emprender de nuevo un viaje, esta vez hacia el suroeste donde se encuentra en Peneo y Farsalia, es decir hacia lo que luego se va a llamar "noche de Walpurgis clásica", pero lo que me llamó la atención aquí es la respuesta de Mefistófeles a este destino: 

"¡Oh, no!, ¡déjate de eso!, y no me hables de luchas de la tiranía contra la esclavitud. Eso me enfada, pues apenas ya todo se ha tratado, ellos empiezan de nuevo, pero nadie se da cuenta de que es Asmodeo el que está detrás. Se baten, según dicen, por el derecho a la libertad, pero si se mira bien es una lucha de siervos contra siervos."Aquí habla de la lucha entre Pompeyo y César (tiranía y esclavismo) cada uno con su idea de la libertad para el pueblo romano, pero no podemos ignorar que era una batalla en la que moría gente luchando por que le dominara uno u otro, pero en ningún caso habría libertad para el pueblo pues, venciera quien venciera, el pueblo nunca iba a ser soberano, sino que se impondría una tiranía, y esto es lo que parece evidenciarse aquí que tú como ciudadano o como soldado, te apegaras al bando que te apegaras en el momento en que uno de los dos líderes ganara, tu situación no iba a ser diferente.

En el siguiente acto aparecemos en Farsalia, en la noche de Walpurgis clásica donde aparece Ericto, la oscura y sombría, que habla de cómo las guerras por el dominio de un otro ocurren por la falta de dominio de uno mismo. Esta idea no deja de ser de gran actualidad pues, ¿no tenemos acaso gobiernos, tiranías y dictaduras ejercidas por personas que a la mínima provocación amenazan con "pulsar el botón rojo"? Y estas guerras por el dominio son las que, al final, destruyen la posibilidad de la libertad. La libertad, ese gran concepto del romanticismo que pasaba por el de revolución y liberación de las tiranías monárquicas pero que terminaron en guerras civiles entre hermanos.

Más adelante, aparece el joven Euforión, supuesto hijo de Fausto y Helena (supuesto porque todo parece formar parte de una especie de sueño, de hecho, hacia el final de la obra ni Helena y Euforión vuelven a aparecer) y lo interesante es que tenemos a un joven que lo que desea es volar "Ahora, dejadme brincar, dejadme saltar. mi deseo, que ya empieza a apoderarse de mí, es llegar hasta los aires", pero también quiere forzar a las mujeres, pelear "¿soñáis días de paz? Que sueñe en ellos quien pueda. 'Guerra' es la palabra clave". A esto responde el coro: "Quien viviendo en la paz desea guerrear, se verá despojado de la alegre esperanza" Esta frase la pongo no porque haya nada especial en ella, pero creo que es una frase para reflexionar incluso a día de hoy.

Para guerra la que se avecina poco después, esta vez la sufre el emperador, ¿recordamos al emperador? aquel al que hacen descubrir el dinero y ordena que se impriman billetes, pues esto es lo que acabaron causando según Mefistófeles: 

"Durante mis viajes no ha quedado por mí inadvertido que el buen Emperador está pasando apuros. Tú ya lo conoces. Cuando nosotros le pusimos en sus manos una falsa riqueza, para él todo el mundo estaba en venta. Cuando era joven aún, le correspondió en suerte el trono y llegó a la falaz conclusión de que podían ir de la mano (pues era deseable y bonito) reinar y divertirse al tiempo" En mi opinión, cuando Mefistófeles dice que la riqueza que le dieron era "falsa" no es ni más ni menos que una crítica al materialismo. El dinero es una riqueza falsa porque la verdadera riqueza se encuentra en lo espiritual del ser humano y cuando el emperador tuvo dinero pensando que era la única riqueza que existía se centró tanto en el materialismo que olvidó la importancia de las virtudes, provocando, finalmente, una guerra quizás para mantener ese poder que le ha dado el dinero. Y no podemos perder de vista también la respuesta de Fausto:

"Ese es un grave error. Aquel que manda debe encontrar en el mandato su dicha. Su pecho ha de estar lleno de una alta voluntad, pero aquello que él desee debe ser insoldable para todos. Lo que susurra al oído de los más fieles ya está hecho y todo el mundo queda sorprendido. Él tiene que ser el supremo, el más digno; la diversión nos hace vulgares"

Esta idea puede parecer algo revolucionaria, pero me gustaría traer un poco a colación la República platónica en la que cuando se habla del rey-filósofo una de las condiciones de este gobernante sería que no puede obtener ningún bien material propio a cambio de su gobierno, sino que su deber debe ser gobernar sin pensar en enriquecerse, es decir, un poco lo que se viene diciendo aquí. Esta idea no puede ser más actual pues, ¿quién no piensa que si nuestros gobernantes no cobraran por su trabajo gobernarían algo mejor? Otra cuestión ya es la última frase: "la diversión nos hace vulgares" No creo que Fausto entienda con esto que la diversión como concepto nos hace vulgares como humanos, sino que hace vulgares a los gobernantes y a los líderes el hecho de pensar en el gobierno solo para divertirse con su poder.

Por su parte, el general del emperador le hace caer en la cuenta de que ha sido engañado por fausto y Mefistófeles y le dice algo interesante que puede ligarse con lo anterior: "Te has ligado a estos (Fausto y Mefistófeles) y desde entonces me ha apenado. Los juegos de ilusión no dan lugar a una fortuna duradera" Esto puede ligarse con lo anterior en tanto que lo interpreto como algo general, es decir, "los juegos de ilusión" son las riquezas y el poder que, precisamente a través de una ilusión, le habían dado Fausto y Mefistófeles al emprerador, y la "fortuna duradera" hace referencia a lo que antes habíamos mencionado como "riqueza espiritual" que es eterna porque forma parte del alma inmortal, es decir, lo material no enriquece el alma inmortal, es algo perecedero. 

En la última parte del libro tenemos a Fausto ya anciano en un jardín de lo que parece ser su palacio, sin embargo, no puede ser feliz pues se da cuenta de que todo cuanto posee lo ha conseguido de forma deshonesta a base de engañar y usurpar:

"Ante mis ojos mi reino no tiene límites, el enojo me atormenta a mis espaldas. Con un envidioso tañido me recuerda que mis posesiones no están limpias, en esa arboleda de tilos, la choza oscura, la ruinosa ermita, no son míos. Y cuando quiero descansar allí, las sombras extrañas me estremecen. Es una espina clavada en mis ojos y en mis pies. Oh, ojalá estuviese lejos de aquí"

En este punto se plantea el último dilema, y es que en el lugar en el que Fausto quiere construir un muro viven unos ancianos en una choza, Fausto ordena que la desalojen y se de otra casa a los ancianos, sin embargo, en lugar de eso queman la casa con los ancianos dentro. Este va a ser el último pecado de Fausto porque, en esa noche, se presentan ante él la Inquietud, la Culpa y la Escasez, pero Fausto se niega a dejarse llevar por ellas y hace avanzar la construcción del muro a sus servidores en plena noche. Este pensamiento basado en la cultura del esfuerzo y del trabajo entregado es en lo que termina basándose el liberalismo, de hecho, Fausto llega a decir que 

"solo merece la vida y la libertad aquel que tiene que conquistarlas todos los días. Y así, rodeados de peligros, el niño, el adulto y el anciano viven provechosamente sus años. Quiero ver una multitud así, vivir en una tierra libre con un pueblo libre." Esta idea, de nuevo puede parecernos (y puede que lo sea) muy capitalista en el sentido de que Fausto no parece creer en la libertad como derecho, sino como algo que te tienes que ganar, que tienes que merecer porque has luchado suficiente. Al mismo tiempo, en este momento es cuando Fausto desea parar el tiempo, por lo que termina de cumplirse la apuesta con Mefistófeles y termina cayendo muerto y recogido por los lémures y Mefistófeles reflexiona:

"No le sacia ningún placer, no le contenta ninguna felicidad, va sin cesar en busca de formas cambiantes. El pobre quiere apresar ese último, ese mísero, ese vano momento. El que tanto se me opuso ha sido vencido por el tiempo. El viejo yace en la arena. El reloj se ha parado [...] Coro: se ha acabado". Réplica de Mefistófeles "¡Acabado!, ¡qué estúpida palabra! ¿Por qué acabado? Lo acabado y la pura nada son exactamente lo mismo. ¿Para qué nos sirve el eterno crear? Para que lo creado se disipe en la nada. ¿Qué se puede decir de algo si se ha acabado? Que es como si no hubiera existido y sin embargo circulara como si existiese. En lugar de ello, preferiría el vacío eterno"

Aquí parece estar hablando de la inmortalidad que da el dejar creaciones en el mundo. Creamos para cuando dejemos de existir permanezcamos de algún modo vivos, como si aún existiéramos, por eso nunca se acaba. 

Al ver que Fausto sigue respirando cuando debería estar muerto: 

"Antes el alma volaba con el último suspiro, yo me ponía al acecho y, ¡zas!, igual que hace el gato con el más ágil ratón, la tenía bien apresada en mis garras. Ahora vacila y se resiste a abandonar el oscuro lugar, la repugnante morada que es el horrible cadáver. Hasta que al final los elementos, que la odian, la arrojan humillantemente de allí. Y aunque yo me pregunto durante horas y durante días '¿cuándo?', '¿cómo?' y '¿dónde?', lo lamentable es que la vieja muerte ha perdido su rápido poder. Incluso es dudoso, por mucho tiempo,, si se está muerto o no. A menudo vi rígidos miembros y solo era una apariencia, se movían, se reanimaban."

Esto puede hacer referencia también a esa "antinaturalidad" que termina creando el avance de la ciencia. Antes, cuando una persona moría, moría sin más. En ese momento a una persona se la puede reanimar, y ya si nos vamos al presente, esta frase cobra todo el sentido porque puede mantenernos vivos una máquina que respira por nosotros cuando estamos clínicamente muertos y podemos pasar días o meses muriéndonos o sin morirnos. Por otro lado, de sobra son conocidos los episodios de catatonia que en el siglo XIX terminaban con los conocidos enterramientos prematuros que han dado lugar a algunas historias de terror. No sé con exactitud a qué se está refiriendo aquí esta intervención, pero, sin duda, trae a nuestra mente estas ideas y a mí, en particular, me hace reflexionar sobre hasta qué punto merece verdaderamente la pena alargar una vida que se está desvaneciendo, cómo en muchas ocasiones pretendemos alargar la vida de nuestros seres queridos o la propia a costa de la calidad de esa vida. Con esto no pretendo ser una persona que piensa que no se debe luchar por la vida, no se trata de eso, pero es cierto que hoy en día es difícil con la medicina establecer la diferencia entre preservar la vida y mantener un cadáver. Pero esto pertenece más al siglo XXI que al XIX.

En la última parte el libro vemos cómo a pesar de todo lo que Fausto ha hecho con esa vida sin límites (recordemos que no ha sido precisamente la mejor persona del mundo) es salvado finalmente. Cuando Mefistófeles está a punto de llevarse su alma y cobrar su deuda, un coro de ángeles decide salvarlo supuestamente porque "quien siempre desea, aspira y lucha merece recibir la salvación". Si alguien quiere mi opinión respecto a esto, esta afirmación no deja de ser parte, o eso parece, de ese positivismo burgués capitalista que, como se ha expresado antes, da la impresión de que independientemente de lo que haces en vida y cómo consigues tus fines, el simple hecho de ser alguien que desea y que trabaja hasta el final de algún modo te hace merecedor de la salvación. La verdad esto es algo con lo que yo no comulgo, pero la obra parece decir eso y, teniendo en cuenta quién y cuándo se escribe, tiene todo el sentido del mundo.

Para finalizar, me gustaría hacer mi recomendación sobre el libro:

¿lo recomiendo a todo el mundo? La verdad es que no. Creo que es un libro que tira mucho por la filosofía y no todo el mundo tiene la cabeza para meterse en este fregado si lo que quiere es relajarse después de pasarse el día currando. No me maliterpreten, no se trata de que haya gente que no tenga capacidad para entender el libro, sino más bien que, no es un libro para relajarse después de pasar ocho horas en el tajo.

¿Lo recomiendo en cualquier momento? Creo que tampoco. Es un libro que, como hemos visto, trata muchos temas filosóficos relacionados con la propia concepción de la vida. Voy a hablar ahora desde lo personal, a mí me costó mucho leerlo no tanto por la dificultad que tenga sino porque me afectaron emocionalmente algunas proposiciones que se pasan de pesimistas, creo que no es un libro para leer cuando se esté pasando por un mal momento.

Espero que tengan una buena semana de lecturas. Nos leemos pronto.


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